“El gusto de la verdad a toda costa es una pasión que no
respeta nada y a la que nada puede resistir. Es un vicio, a
veces una comodidad, o bien una manifestación de egoísmo”
Desde una perspectiva ética o jurídica no puede negarse el derecho
de los pacientes a ser informados sobre su enfermedad y poder elegir entre las
diferentes opciones de tratamiento (si hubiese), o participar en las decisiones
que se tomen al respecto (si lo desean) . Humanizar la asistencia exige en
tener en cuenta las expectativas y experiencias previas del paciente (contando
con su familia), manejar conocimientos científicos actualizados, abordar
conjuntamente de forma clara y serena el margen de incertidumbre inherente a
cada procedimiento, elaborar propuestas de intervención teniendo en cuenta sus
preferencias, y ratificar la opción elegida.
Implicar a los
pacientes en la toma de decisiones podría resultar
una buena estrategia para mejorar la adherencia a los tratamientos. El paciente
activo, interesado por conocer lo que a su salud concierne y motivado a
participar en las decisiones que se tomen al respecto, es un modelo emergente
en las sociedades desarrolladas. Factores determinantes de esta tendencia son
el mayor nivel educativo de los ciudadanos, la percepción de la salud como un
bien de consumo, los diferentes tipos de familia con la consiguiente movilidad
del rol de cuidador (tradicionalmente asignado a la mujer) y las expectativas
respecto al poder de la ciencia y la tecnología sanitaria. Este tipo de
paciente juega un importante papel modulador de la calidad asistencial, ya que
induce al médico a confirmar que las decisiones se ajustan a los últimos
conocimientos científicos,tanto desde la perspectiva ética como desde la
gestión de recursos, resulta imprescindible desarrollar un modelo de
atención centrada en el que consulta (paciente, cliente)
las pruebas científicas demuestran que los pacientes
que se implican más consiguen mejores resultados. “Un paciente más formado en
salud puede suponer una menor inversión de
tiempo en tratar y aconsejar, una mayor adherencia al régimen de tratamiento,
una mayor responsabilidad en el cuidado de su salud y, mediante la
participación activa en su propio tratamiento, una mejora más rápida de su
condición de salud, o en el caso de enfermedades crónicas, llevar una vida más
satisfactoria y duradera".
Los pacientes necesitan,
además de recibir una atención de calidad, sentirse tratados como personas.
Para ello, es imprescindible respetar su intimidad, atender a sus emociones, y
tener en cuenta sus valores, invitándoles a participar en las decisiones si lo
desean. La participación mejora los resultados de la atención clínica.
BIBLIOGRAFIA:
HECHO POR ALIX JANELLE CHOC CORNEJO 10-12041
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