Las
personas implicadas en la relación sanitaria para tomar decisiones deben tener en
consideración tanto la situación psicológica y biológica del paciente como los
deseos del enfermo correctamente informado. Estos aspectos la situación
biológica y psicológica del enfermo y sus deseos- están interrelación y se ven influidos por la
situación familiar y social. El nivel de dependencia física o psíquica del
enfermo, su situación económica, la calidad y la cantidad de apoyo propiciada
por la red formal o informal, y la vivencia de la enfermedad por el propio
enfermo y su familia, pueden condicionar tanto la situación biológica como los deseos
del enfermo . El conocimiento de los valores que han conformado vida del
paciente permite evaluar la coherencia de sus decisiones. Esta valoración no
puede hacerse desde un conocimiento puntual del enfermo. Por ello, la
continuidad en su atención o aportación de información por parte del médico de
familia o de la propia familia proporción los datos necesarios para valorar
dicha coherencia. Cuando el paciente sea incompetente se deberá evaluar si la
incompetencia es transitoria permanente, así como su nivel. En cuanto a la
información que se debe proporcionar en diferentes casos, la ley indica que el
enfermo será informado incluso en casos de incapacidad debe de ser de un modo adecuado a sus posibilidades
de comprensión. Por lo tanto, una de las labores del profesional sanitario será
la de identificar a un sustituto o representante del enfermo en la toma decisiones.
En nuestra práctica habitual suele corresponder a un miembro de la familia. En nuestra
práctica habitual suele corresponder a u miembro de la familia este sustituye o
representa las decisiones del paciente basándose en el mejor conocimiento de
sus valores y considerando qué es lo que mejor se ajusta a sus intereses.
Los
problemas son más complejos cuando se trata de enfermos sin familia y de los
que no dispone de ningún documento de VA o de alguna directriz oral
previa. En estas situaciones utiliza otro criterio para tomar las decisiones en
el paciente incompetente denominado “mejor interés”, que viene determinado por
el resultado de analizar riesgos y beneficios según los criterios de buena
práctica clínica de la comunidad científica médica y lo que la sociedad considera
que es mejor en ese momento.
Si
bien el marco jurídico clarifica el proceso de la toma de decisiones, éste no
está exento problemas como son:
La
complejidad en la determinación de la competencia en algunos enfermos ya que se
carece de guías claras acerca de la manera de hacerlo adecuadamente.
Una
vez tomada las decisión es recomendable que se comunique a todo el equipo
sanitario y a los familiares del enfermo, en cuanto al tipo de tratamiento que
se debe seguir, se tomará la decisión si existe dificultades a la hora de
alcanzar un consenso, bien por la diferencia de criterios entre el los propios
profesionales encargados de atender al enfermo, se debería valorar la
posibilidad de acudir al Comité de Ética Asistencial (CEA), a un juez, o bien a
otros profesionales que manifiesten su acuerdo con enfermo o sus representantes
y puedan responsabilizarse de la situación.
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