RESUMEN:
La
limitación del esfuerzo terapéutico, un neologismo que define la retirada o no
inicio de tratamientos al estimar el médico que son inútiles para el paciente
al conseguir sólo prolongarle la existencia sin proporcionarle una recuperación
funcional con una calidad de vida mínima, es "consecuente con el concepto
de no dañar de la tradición hipocrática". Por lo tanto, esa actuación
"no es contraria a la ética, ni es punible, ni es eutanasia; en definitiva,
es una buena práctica clínica".
Una
larga tradición en medicina entiende que si un médico tiene a su disposición
determinados medios tecnológicos o farmacológicos debe usarlos en todos los
casos, al margen de la expectativa de supervivencia y calidad de vida (CV) de
su paciente. Esta actitud se conoce como imperativo tecnológico y ha caído en
descrédito al amparo de la actual concepción que reconoce entre los derechos de
las personas enfermas, el de no aceptar una actuación sanitaria cualesquiera
que sean sus consecuencias. Desde esta perspectiva, la limitación del esfuerzo
terapéutico (LET) hace referencia a la decisión clínica de no iniciar o de
retirar las medidas de soporte vital cuando se percibe una desproporción entre
estas y los fines a conseguir. El objetivo es facilitar la evolución de la
enfermedad hacia la muerte sin prolongar la fase agónica y evitando la
«futilidad terapéutica»1. Desde el punto de vista ético no existe diferencia
entre la no instauración (withholding) o retirada (withdrawal) de soporte
vital. Sin embargo, desde la práctica clínica estas 2 decisiones no se sitúan
en el mismo plano psicológico. Es menos conflictivo tomar la decisión de no
poner en marcha medidas, que retirarlas una vez ya instauradas, incluso cuando
la recuperación del paciente se considera imposible debido al mal pronóstico y
a la mala CV esperada en función de los parámetros clínicos
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